¿Se viene el fin del dinero en efectivo?
Cada vez con mayor regularidad se venía hablando sobre el fin del dinero en efectivo, pero la realidad nos mostraba una situación no tan inmediata. El efectivo, después de permanecer durante milenios como el medio de intercambio más duradero de la humanidad, parece estar listo para fundirse en una corriente electrónica mediante una pandemia como el disparador que ninguno de los economistas que auguraban el fin de la era del “cash” podría haber previsto jamás. Claro está, que es un escenario no tan factible en países marcados por la desconfianza en el sistema bancario ni en los cuales donde las crisis económicas les “enseñaron” a que la mejor estrategia financiera es retirar el dinero de los bancos ni bien ocurren.
En relación a su consumo diario, Latinoamérica posee uno de los niveles más bajos del mundo de pagos electrónicos. De acuerdo a la analista Melisa Murialdo, esto la convierte en una región sumamente atractiva para introducir nuevas tecnologías que impulsen la reducción del uso del dinero en efectivo para realizar transacciones. Aunque los intentos y las políticas aplicadas hasta el momento no hayan dados frutos inmediatos, en el escenario actual, el Coronavirus se fue convirtiendo paulatinamente en el propulsor de nuevos hábitos de consumo y formas de pago, aún en las personas más arraigadas al uso del billete.
El efectivo en el trono
Antes de la propagación global de la enfermedad del Coronavirus, existían solo tres países donde los medios de pagos electrónicos superaban ampliamente al medio de pago tradicional en papel: Suecia, Corea del Sur y China. Este último, por ejemplo, tiene implementado un modelo comercial de bajo uso del efectivo con fomento de parte de su presidente hacia el uso de las monedas digitales, instando a fines de 2019 a la adopción acelerada de tecnología blockchain. Lo cual podría suponer en el futuro una grave amenaza para el dólar de los Estados Unidos.
Es decir, en algunos países, la modalidad de manejarse con billetes y monedas en el bolsillo ya quedó atrás mucho antes del 2020, y en otros, como en Argentina con mucha diferencia según las regiones marcada principalmente por la cantidad de área rural y ciudades chicas o pueblos de menos de 10.000 habitantes, va modificándose lentamente.
A nivel cultural, el efectivo es difícil de destronar, ya que es por lejos la forma de pago preferida no solo en América Latina, sino en el mundo entero: en Alemania, Italia y Japón un 90% del total de transacciones se continúa realizando con “cash”.
El modus operandi de los consumidores latinoamericanos en general implica usar efectivo para las compras cotidianas de bajo importe y dejar a las tarjetas de débito y crédito para las transacciones de mayor importe porque eliminan el riesgo de llevar grandes cantidades de efectivo en el bolsillo, además de que el crédito brinda la posibilidad de financiar la compra. Los consumidores que prefieren pagar en efectivo lo hacen porque es una forma de pago práctica, rápida, y aceptada en todas partes.
Los argentinos, pagan en efectivo el 70% de los gastos que hacen en rubros de consumo masivo y para el resto utiliza medios de pagos electrónicos.
En Colombia y en México, el efectivo sigue siendo el principal medio para hacer pagos: 9 de cada 10 ciudadanos utilizan billetes y monedas para cubrir sus gastos cotidianos.
En el Perú, más del 95% de las personas lo utiliza para realizar sus transacciones habituales.
Hasta antes de la cuarentena, los informes económicos señalaban que el instrumento electrónico más utilizado en el país era la tarjeta de débito, con cerca de un 40% de participación. Sin embargo, el gran porcentaje de participación de los cajeros automáticos respondía todavía a una alta incidencia de retiros de efectivo a través de ese canal, y ocho de cada diez argentinos retiraban su dinero al menos una vez al mes.
Pero en el 2020, las estadísticas demostraron un mayor dinamismo en las transacciones “sin contacto”. Y a pesar del apego a la plata en mano, el uso de “dinero electrónico” creció de manera significativa, con un mayor aumento entre quienes realizaron transferencias inmediatas.
Las “nuevas” formas electrónicas de pago
El uso de “dinero electrónico” creció de manera significativa durante el inicio del aislamiento obligatorio, el mayor crecimiento se dio entre quienes realizaron transferencias inmediatas.
A las ya conocidas tarjetas de crédito y débito y a las terminales de cobro en los locales tipo Posnet, se les agregan muchas otras opciones que llegan por dentro y por fuera de los bancos:
· pagos QR (a través de la lectura de un código y una app): mecanismo para pagar a través del escaneo de un código. Primero se descarga una aplicación de pagos móviles y se asocia a una cuenta bancaria, tarjeta de crédito o saldo virtual. Al momento de hacer un pago, se opta por escanear el código desde alguna de estas apps. Al abonar, se puede elegir el medio de pago desde el teléfono. También se dispararon las transferencias bancarias, que son el envío de dinero entre dos cuentas que se puede realizar a través de una billetera virtual, “home banking” o “mobile banking”. Dentro de la nueva nomenclatura, al ya conocido CBU se le agrega el CVU para identificar a las cuentas virtuales de las aplicaciones de pagos móviles, y se pueden solicitar a la billetera virtual que se use.
· tarjetas “contactless” (que sólo se apoyan y ya se produce el pago);
· billeteras digitales (dinero guardado en apps);
· tarjetas prepagas que tienen un saldo a favor, es decir, que ya fueron pagadas con anterioridad. La diferencia con una tarjeta de débito es que para tener una tarjeta prepaga no se necesita tener una cuenta bancaria.
Hay quienes creen que dentro de 10 años el dinero en billete no existirá más. Lo concreto hoy, es que el uso de los medios digitales en general ya no es ni augura ser el mismo.
Como conclusión, según la analista Melisa Murialdo, la pandemia podría aumentar el comercio electrónico hasta llegar a picos nunca antes imaginados, e incorporar consecuentemente el uso de medios de pago diferentes al dinero físico como un hábito de consumo en la sociedad, aunque para que puedan competir con el efectivo, las formas de pago electrónicas deberían ser todavía no sólo seguras, sino también más rápidas y sencillas; pero aún es un camino incipiente con avances y algunos retrocesos que se verán más o menos acentuados en los próximos años, ya no tanto limitados por la existencia de tecnología que lo permita, sino por la idiosincrasia de cada cultura.
Redactora y Editora de Contenidos: Melisa Murialdo
Fuentes adicionales: INDEC, Banco Mundial, Deutsch Bank, Celag, Minsait, Bancos Centrales de Países de Latinoamerica.